Queridos lectores, ya les he platicado que Ané no es la persona más deportiva que conozco, sin embargo con el tiempo nos hemos dado cuenta de que es un poco obsesiva, así que cuando se le mete algo en la cabeza difícilmente lo deja (al menos por un buen tiempo). Así fue el caso de la ciclopista.
Ané trabaja en una de las Torres Esmeralda, las que están en Ferrocarril de Cuernavaca y Periférico, desde hace varios años se construyo la ciclopista justamente por su calle oficinista.
"Patricia, en serio que cada que veo pasar ciclistas por la ventana me dan muchísimas ganas de bicicletear un rato! Algún día tengo que hacerlo" me comentó Ané.
Un tiempo después empezaron las Ecobicis, Ané estaba muy emocionada. "Ahora ni tengo que comprarme una bicicleta, cosa que me parecía muy exagerado si solo quiero andar en bici un ratito" pensó Ané.
Un buen día oficinista a la hora de comer Ané se decidió y fue a registrarse para el préstamo de la ecobici famosa, después de una platica casual con el encargado del módulo de bicis Ané salió feliz de la vida andando en una bicicleta roja brillante.
Ané pedaleó y pedaleó por todas las calles cercanas, dio una vuelta por polanco, se detuvo a comer un famoso sandwich que tanto disfruta y después se dio cuenta de que debía volver a la oficina! Había estado pedaleando tanto que perdió la noción del tiempo, así que pedaleo a toda velocidad de regreso.
Cuando llego por fin, subió al elevador y se dio cuenta de que no estaba en su mejor look, respiraba rápidamente, su corazón estaba agitado, su piel estaba sudorosa y su pelo estaba algo despeinado. Antes de que pudiera solucionar cualquiera de esos problemas que tenía subió al elevador el jefe de toda la oficina a quien Ané saludó sin importar su aspecto. "ay Patricia no sabes el osito mal que sentí de saludar al jefe de jefes en esas condiciones! En serio que ha de haber pensado péeeesimo de mi, pero pues es que yo que podía hacer en ese momento, ni modo de ser grosera y fingir que no lo conozco!" me dijo Ané.
Aunque todos pensaríamos que después de ese incidente Ané no repetiría sus paseos en bicicleta, la realidad es otra, Ané volvió sus paseos en algo recurrente y siempre antes de subir al elevador reza por no toparse con nadie conocido; y más cuando lleva botas...
Ané comenta al respecto: "Francamente si a alguien le molesta lo que hago pues es muy su problema, yo voy tan feliz pedaleando Patricia, no voy a privarme de este gustito solo porque llego a la oficina tantito sudando! Que se aguanten!"
Ya estan advertidos queridos lectores, de preferencia eviten la zona de elevadores de la Torre Esmeralda a las 4 de la tarde en días oficinistas, podrían encontrar a Ané bajando de la ciclopista.
Tuesday, November 15, 2011
Monday, November 7, 2011
Ané y la crema bronceadora de la gran manzana
En esta aventura queridos lectores se combinan 3 de las caracteristicas más importantes de Ané, su placer al viajar, su mente distraida y su eterna blancura de las piernas.
Cuando nos graduamos de la universidad decidimos hacer un viaje a Nueva York Gaby, Ané y yo, después de mucha planeación estabamos listas para conocer la Gran Manzana con todo lo que eso implica, Broadway, shopping, Soho, museos, Central Park... en fin todo lo que NYC tiene para turistear.
Ané le platicó a una de sus tías que iriamos y su tía le pidió que si encontraba en algun super por allá una crema bronceadora de Dove se la comprara ya que en México no la encontraba en ningún lado. Ané como siempre, se entusiasmo con el encargo: "Patricia! si encuentro esa crema de mi tía de seguro me compro una para mi! ya estoy harta de ser blanca transparente! no se vale! Así que hay que echarle ganitas a la búsqueda de esa crema maravillosa que me hará lucir un bronceado aunque sea fake"
Ya en NYC no faltó la visita obligada a todos los supers que nos topabamos para encontrar la famosa crema, por ahí del tercero Ané gritó de la emoción: "Niñaaas!!! por fin! aqui estaaa! mirenla!! y miren que botes tan grandes hay!! son como de 2 litros! que emoción!!"
Como Ané no tiene llenadera compró un bote para su tía y 2 botes gigantes para ella, "con esta cantidad de autobronceador parecerá que voy a la playa cada fin de semana durante todo un año" pensó Ané.
Al día siguiente en nuestro hotel/depa en Nueva York Ané se levantó primero que todas a bañarse muy feliz con su bote gigante de crema bajo el brazo lista para la primera aplicación. Salió del baño encantada porque además de todo olia rico la crema! y Ané adora los olores ricos, nada podía salirle mal.
Mientras Gaby se bañaba Ané decidió prepararse algo de desayuno asi que se sirvió cereal en un plato en nuestra cocineta, comió feliz y llegó el momento de lavar su plato, abrió la llave de agua puso sus manos y me dijo: "Oye Patricia, esto esta muy extraño... no he tocado el jabón y ya sale espuma de mis manos... como porqué será? no me parece nada normal..."
Ahí fue cuando nos dimos cuenta de que su fabulosa crema bronceadora era en realidad shampoo con destellos luminosos, y no solo eso sino que Ané estaba totalmente cubierta de shampoo, de los pies a la cabeza.
"Ay nooo Patriciaaaa y yo que compré ochenta botezasos!!! y que me embadurné con tanta alegría! Ahora como me la quito? Gaby se esta bañando y la verdad ya siento como que esta crema pica!"
A pesar de que se lo pedí Ané no esperó más, y decidió quitarse el shampoo que tenía en las piernas directamente con la llave de agua de la cocina mientras seguía quejandose de la mala fortuna que tenía y preguntandose que hacer con 3 litros de shampoo con destellos luminosos.
Ané comenta al respecto: "Pues ya que tengo tanto shampoo no voy a andar dejandolo en la Gran Manzana, así pese como el demonio me lo llevo a mi casa porque me lo llevo, al fin shampoo nunca sobra y este huele tan rico! Solo que hay que seguir buscando la crema bronceadora!"
Cuando nos graduamos de la universidad decidimos hacer un viaje a Nueva York Gaby, Ané y yo, después de mucha planeación estabamos listas para conocer la Gran Manzana con todo lo que eso implica, Broadway, shopping, Soho, museos, Central Park... en fin todo lo que NYC tiene para turistear.
Ané le platicó a una de sus tías que iriamos y su tía le pidió que si encontraba en algun super por allá una crema bronceadora de Dove se la comprara ya que en México no la encontraba en ningún lado. Ané como siempre, se entusiasmo con el encargo: "Patricia! si encuentro esa crema de mi tía de seguro me compro una para mi! ya estoy harta de ser blanca transparente! no se vale! Así que hay que echarle ganitas a la búsqueda de esa crema maravillosa que me hará lucir un bronceado aunque sea fake"
Ya en NYC no faltó la visita obligada a todos los supers que nos topabamos para encontrar la famosa crema, por ahí del tercero Ané gritó de la emoción: "Niñaaas!!! por fin! aqui estaaa! mirenla!! y miren que botes tan grandes hay!! son como de 2 litros! que emoción!!"
Como Ané no tiene llenadera compró un bote para su tía y 2 botes gigantes para ella, "con esta cantidad de autobronceador parecerá que voy a la playa cada fin de semana durante todo un año" pensó Ané.
Al día siguiente en nuestro hotel/depa en Nueva York Ané se levantó primero que todas a bañarse muy feliz con su bote gigante de crema bajo el brazo lista para la primera aplicación. Salió del baño encantada porque además de todo olia rico la crema! y Ané adora los olores ricos, nada podía salirle mal.
Mientras Gaby se bañaba Ané decidió prepararse algo de desayuno asi que se sirvió cereal en un plato en nuestra cocineta, comió feliz y llegó el momento de lavar su plato, abrió la llave de agua puso sus manos y me dijo: "Oye Patricia, esto esta muy extraño... no he tocado el jabón y ya sale espuma de mis manos... como porqué será? no me parece nada normal..."
Ahí fue cuando nos dimos cuenta de que su fabulosa crema bronceadora era en realidad shampoo con destellos luminosos, y no solo eso sino que Ané estaba totalmente cubierta de shampoo, de los pies a la cabeza.
"Ay nooo Patriciaaaa y yo que compré ochenta botezasos!!! y que me embadurné con tanta alegría! Ahora como me la quito? Gaby se esta bañando y la verdad ya siento como que esta crema pica!"
A pesar de que se lo pedí Ané no esperó más, y decidió quitarse el shampoo que tenía en las piernas directamente con la llave de agua de la cocina mientras seguía quejandose de la mala fortuna que tenía y preguntandose que hacer con 3 litros de shampoo con destellos luminosos.
Ané comenta al respecto: "Pues ya que tengo tanto shampoo no voy a andar dejandolo en la Gran Manzana, así pese como el demonio me lo llevo a mi casa porque me lo llevo, al fin shampoo nunca sobra y este huele tan rico! Solo que hay que seguir buscando la crema bronceadora!"
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